domingo, 1 de julio de 2012

El Expresionismo de Ernst Ludwig Kirchner en la Fundación Mapfre

Autorretrato de Kirchner (1925)
Tres excelentes exposiciones podemos contemplar en estos meses de verano en la capital madrileña: la de Rafael y su taller en El Prado, la del norteamericano Hopper en el Thyssen, y la del expresionista Kirchner en la Fundación Mapfre. Tres muestras de tres estilos completamente diferentes que nos permiten vislumbrar la enorme evolución de la pintura desde el Renacimiento hasta el siglo XX. Nos centraremos en esta ocasión en la última de las mencionadas, la del pintor alemán Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938).




A comienzos del siglo XX surgen en Europa dos corrientes coetáneas y que se influyen mutuamente entre sí: el Fauvismo (de "fauves", fieras) francés, cuya figura más insigne es Henri Matisse, y el denominado Expresionismo alemán, término que agrupa probablemente de forma más general a ambas corrientes y de difícil definición. Su origen es algo impreciso, siendo probable que fuera utilizado como contraposición al término "Impresionismo". Así, podría decirse que la impresión es un movimiento que va del exterior al interior. La realidad (el objeto) se imprime en la conciencia (el sujeto). La expresión, en cambio, sería el movimiento contrario, el que va del interior al exterior: es el sujeto quien se imprime a sí mismo en el objeto.

Ambos, Fauvismo y Expresionismo, suponen la ruptura con la tradición y una renovación radical del lenguaje figurativo. Fauvistas y expresionistas orientaron sus indagaciones en torno a dos aspectos fundamentales: el color y la expresión. Pero mientras el Fauvismo fue exclusivamente una tendencia plástica que seguía las experiencias en torno al color del Postimpresionismo, el Expresionismo, en cambio, fue una actitud ante la vida, un nuevo comportamiento ético que tiene una proyección a través de la pintura. El Expresionismo, frente al hedonismo y esteticismo de los fauvistas, constituye el testimonio de una visión angustiada e insegura del mundo. Para sus componentes, la imagen es el resultado de una indagación pictórica, pero es una experiencia pictórica en la que se proyecta un estado de ánimo, inseguro, tenso, propio de una sociedad en crisis.

El Expresionismo supone, pues, el desarrollo de un sistema de representación basado en la alteración de figuras y objetos en función de la pura expresión. Más que la representación precisa, los expresionistas buscaron, a través del color, la deformación, y la representación de una escenografía atormentada e inquietante, para provocar en el espectador un estado de ánimo de desasosiego.

En 1905 tuvo lugar la fundación del grupo Die Brücke ("El Puente") -punto de partida de la corriente expresionista alemana- por parte de una serie de alumnos de la Escuela Técnica Superior de Dresde. Entre ellos estaban, además del propio Kirchner, Erich Heckel, Karl Schmidt-Rottluf y Fritz Bleyl. En 1911, este grupo abandonó Dresde para trasladarse a Berlín. No eran sólo unos artistas que tenían una nueva concepción del arte, sino que eran también un grupo que poseía una nueva forma de entender la vida. De ahí, la coincidencia de temas de las obras de los componentes del grupo: desnudos con una original carga erótica, escenas de calle pobladas de transeúntes, bailarinas, artistas de circo, o el pintor y la modelo. De todos los componentes del grupo fue, sin duda, Kirchner el más prolífico y el que llevó a sus últimas consecuencias las ideas expresionistas.

La obra de Kirchner, como se puede observar en esta exposición, sufre una constante evolución en su trayectoria, fruto de su propia experiencia vital, pero también de las influencias de otros estilos contemporáneos, desde los comienzos postimpresionistas hasta la abstracción presente en sus últimas obras. Kirchner no sólo cultivó la pintura (óleos, acuarelas, dibujos,...), sino también el grabado (xilografías), la escultura (fundamentalmente sobre madera) e incluso la fotografía, géneros todos presentes en la muestra.

Retrato de Erich Heckel (1907)
El interés de Kirchner en su primera etapa con el grupo Die Brücke se centró fundamentalmente en el color. Sus obras presentan una composición a base de manchas de colores puros en contraste y con pinceladas rápidas y sueltas, que denotan la influencia de los fauvistas y de Vincent Van Gogh. La perspectiva tradicional y las proporciones académicas fueron reemplazadas por formas simplificadas y un colorido muy luminoso. En esta línea, pinta en 1907 el retrato de su compañero y amigo Erich Heckel. 




Muchachas de Fehmarn (1913)
Tras el traslado a Berlín en 1911, el lenguaje se torna decididamente expresionista y las formas se hacen más angulosas, fruto tal vez de sus experiencias en el grabado sobre madera. En su pintura se vuelven frecuentes las representaciones de calles recorridas por multitud de personajes. Son imágenes representativas de la soledad que inundaba la vida en sociedad de sus contemporáneos. Las figuras, aparentemente animadas y alegres, son, en realidad, una máscara del desencanto, la insolidaridad, la soledad y la incertidumbre. La pintura de Kirchner, de trazos y formas angulosas, subraya, junto con el color, este efecto y la visión angustiada de un pintor que mira con ojos críticos la realidad de su tiempo.


El Juicio de Paris (1913)
En El Juicio de Paris -basada en el mito clásico, según el cual Paris debía elegir a la más bella de las tres diosas (Afrodita, Hera y Atenea), y tras elegir a Afrodita, ésta le premió con el amor de la princesa Helena-, Kirchner representa una vulgar escena de un burdel berlinés, en el que un cliente debe elegir entre tres prostitutas. Las figuras se representan en un espacio cerrado, casi claustrofóbico, y los cuerpos de las mujeres no tienen nada de sensuales ni de bellos. Todo ello transmite al espectador ese desasosiego ya comentado, rasgo que será característico en toda la obra del autor alemán.



Dos desnudos amarillos con ramo de flores (1914)
La figura femenina es uno de los temas preferidos de Kirchner en esta etapa, pero siempre dentro de esa mirada de profunda soledad interior. Tanto en Dos mujeres con aguamanil (1913), como en Dos desnudos amarillos con ramo de flores (1914), las mujeres parecen ensimismadas, no hay diálogo alguno entre ellas, sus caras -especialmente en la segunda obra- son máscaras de rasgos primitivos, lo que denota el gusto que Kirchner sentía por el arte de la escultura negra -influido por la obra de Gauguin y por sus visitas al Museo Etnográfico de Dresde-, y que trasladó también a sus esculturas en madera.
 

Busto de Erna (1917)

Autorretrato (1915)
Durante el periodo correspondiente a la Gran Guerra, Kirchner atravesó por un colapso mental que le llevó a su reclusión en varios sanatorios de Alemania y Suiza. En estos años realiza algunos autorretratos que denotan su angustia y miedo por su situación. También retrató a algunos médicos y pacientes, así como a su pareja de entonces, Erna.

 
El valle del Sertig en otoño (1925)
En 1917, Kirchner traslada su residencia a Davos, en los Alpes suizos. Allí, además de continuar con sus temas clásicos, comienza a retratar la vida campesina de los paisajes alpinos. El intenso cromatismo y trazo nervioso característico de sus etapas precedentes cede el paso a composiciones más sosegadas, con colores más claros y tamizados. Asimismo, inspirándose en técnicas de bordado y tejido rurales, construye sus composiciones a base de manchas de color yuxtapuestas, conformando el denominado "estilo tapiz".


Desnudo en naranja y amarillo (1929)
Mujer rubia con vestido rojo (1932)
La influencia de las obras de Picasso y Léger lleva a Kirchner a adoptar en sus últimos años un lenguaje abstracto, aunque manteniendo la fuerza del color. No llega a alcanzar la abstracción pura, sino que combina el lenguaje figurativo con formas abstractas, como en Desnudo en naranja y amarillo (1929), en el que una esquematizada figura femenina desnuda, inserta en plena naturaleza, se combina con una forma geométrica anaranjada, en una representación de difícil interpretación. La influencia del genio malagueño es particularmente evidente en el retrato de Elizabeth Hembus, Mujer rubia con vestido rojo (1932).

Pareja de acróbatas (1932)
Espléndida se nos presenta la comparativa simultánea de dibujo, pintura y escultura para la composición de su obra Pareja de acróbatas, dos figuras femeninas desnudas en precario equilibrio, que en el óleo de 1932, de exquisito colorido y gran plasticidad, combina con formas geométricas casi abstractas, a modo de sombras que se repiten sobre el fondo.

El ascenso del nazismo al poder en Alemania a partir de 1933 fue seguido con honda preocupación por Kirchner. Los nazis consideraron las obras de los expresionistas alemanes como "arte degenerado" y fueron retiradas sistemáticamente de los museos alemanes. La anexión de Austria por Hitler en 1938 llevó a Kirchner a una situación de pánico ante una eventual invasión de Suiza. El pintor terminaría suicidándose en junio de ese mismo año.

Franzi Fehrmann
La exposición culmina con una pequeña sección de fotografías tomadas por el propio Kirchner que el visitante no debe perderse. Excelente es, por ejemplo, el retrato de Franzi, la niña que fue su modelo en varios de sus cuadros. Son testimonios de sus vivencias, de las fuentes de inspiración para sus cuadros, de su vida bohemia, y en definitiva del talento de este artista singular que fue Ernst Ludwig Kirchner.


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