domingo, 9 de octubre de 2016

Mis composiciones musicales favoritas (I): Barroco y Clasicismo

La música es una de las creaciones más excepcionales y sorprendentes de la especie humana desde que hollamos este planeta. La producción de esos sonidos sucesivos en forma de notas y acordes, que a través de nuestros oídos penetran en nuestro cerebro y ahondan en lo más profundo del alma, conmoviendo nuestros más delicados sentimientos, se encuentran, sin ningún género de dudas, entre esas maravillas que el hombre, capaz también de las más abyectas aberraciones, tiene el poder y la voluntad de crear para elevarse así por encima del polvo del que está constituido y acercarse un poco más al Creador.

Lo que denominamos con tremenda simplificación conceptual como "música clásica" encierra un vasto compendio de obras, estilos, autores, armonías, formas, estructuras,..., que, fundamentalmente, se proyectan durante los siglos XVI, XVII, XVIII, XIX y XX, dentro de unos estilos o movimientos que el ser humano, tan obsesionado con clasificarlo todo en estrictos periodos en la creación artística, ha venido a nombrar cronológicamente como Renacimiento, Barroco, Clasicismo, Romanticismo y su epílogo Posromántico, y Música Contemporánea o Moderna.

Comenzaremos, en este primer capítulo, por analizar los períodos Barroco y Clásico, proporcionando unas breves pinceladas sobre aquellos compositores que consideramos como más insignes y enumerando aquellas creaciones que, desde un punto de vista muy personal, nos han proporcionado instantes sublimes de audición en los que nos hemos sentido transportados a parajes más allá de lo mundano, y hemos sentido esa inefable emoción que sólo la música puede, aun de forma efímera, proporcionarnos.

El Barroco

J.S. Bach
Aunque en el Renacimiento existen ya figuras de indudable importancia como los italianos Palestrina y Monteverdi, o el español Tomás Luis de Victoria, la MÚSICA CLÁSICA (nótense las mayúsculas) "nace" con un compositor nacido en Leipzig absolutamente genial, probablemente el más grande de todos los tiempos: Johann Sebastian Bach (1685-1750). Él es el que pone las bases del contrapunto, de la armonía tonal, del desarrollo de la forma instrumental independiente de la vocal, además de ser considerado en su época como un intérprete excepcional como organista y clavecinista. Su influencia en los compositores que vendrán después de él será gigantesca. Es imposible entender, pues, la Historia de la música sin la figura de este excepcional compositor. 

El Barroco en el arte musical -cuya figura más destacada es obviamente Bach- se caracteriza, entre otros rasgos, por la sempiterna presencia del bajo continuo -interpretado por uno o varios instrumentos graves- a modo de sostén de la melodía y que dota a las composiciones de un cierto aire de gravidez, la aparición de nuevas formas musicales que tendrán gran desarrollo en los siguientes siglos (la sonata, el concierto, el oratorio, la ópera,...), el predominio de los instrumentos de cuerda en el lenguaje de la orquesta (todavía de modestas dimensiones), o la emancipación de la música instrumental con identidad propia frente a la música vocal. Cronológicamente abarca aproximadamente desde mediados del siglo XVII hasta mediados del XVIII.

La obra de J.S. Bach es enormemente extensa, puesto que el catálogo, etiquetado con las siglas BWV (Bach-Werke-Verzeichnis o "Catálogo de Obras de Bach"), incluye ¡más de 1000 composiciones! Aunque es difícil elegir entre tantas obras excepcionales, podemos destacar entre las instrumentales las siguientes composiciones: 
  • Las Variaciones Goldberg para clave (o piano), BWV 988, de profunda serenidad. 

  • Bach: Variaciones Goldberg (I. Aria)

  • Los seis Conciertos de Brandemburgo, BWV 1046-1051.
  • La famosísima Tocata y Fuga en re menor, BWV 565, para órgano.

  • Bach: Tocata y Fuga en re menor, BWV 565

  • Las seis Suites para violonchelo solo, BWV 1007-1012.

  • Bach: Suite para violonchelo nº1 en sol mayor, BWV 1007 (I. Preludio)

  • Los conciertos para violín y orquesta en la mayor, BWV 1041, y en mi mayor, BWV 1042.
  • Las cuatro Suites para orquesta, BWV 1066-1069.
Entre las obras sacras, seleccionaríamos dos por encima de un repertorio también extensísimo: la Misa en si menor, BWV 232, y fundamentalmente, el oratorio La Pasión según San Mateo, BWV 244, cuya sobrecogedora espiritualidad sólo se puede entender por la sincera religiosidad del maestro alemán, y que queda perfectamente ejemplificada en el aria de bajo "Mache dich, mein Herze, rein" ("Purifícate, corazón mío").

Bach: Pasión según san Mateo, BWV 244 (Aria "Mache dich, mein Herze, rein")


Haendel
Otro compositor barroco alemán de indudable fama es Georg Friedrich Haendel (1685-1759), quien pasó casi toda su vida en Inglaterra y dejó una huella imborrable en la música británica. De Haendel seleccionaremos dos obras instrumentales: Música acuática -compuesta para ser interpretada sobre barcazas en el río Támesis- y la solemne y estruendosa Música para los reales fuegos de artificio -compuesta para acompañar los fuegos artificiales-. Pero Haendel destacó sobre todo por su brillante repertorio sacro, repleto de innumerables cantatas, y dentro del cual nos gustaría destacar dos oratorios: el Dixit Dominus, y su más célebre y monumental composición, El Mesías -que contiene el popular coro "Aleluya"-.

Haendel: El Mesías ("Aleluya")

Purcell
Aunque la escuela británica en la música clásica no puede compararse en ningún caso a la alemana o a la italiana, debemos mencionar al compositor británico más brillante de todo el periodo barroco y probablemente a uno de los más destacados de toda la Historia de la música en ese país. Nos referimos indudablemente a Henri Purcell (1659-1695), del que nos quedamos con dos de sus obras: la Oda para el cumpleaños de la reina Mary y su ópera Dido y Eneas, inspirada en la trágica historia de amor que tiene lugar entre la reina de Cartago y el héroe troyano en la Eneida de Virgilio, y en la que la bellísima aria "When I am laid in earth" ("Cuando yazca sobre la tierra"), correspondiente al tercer acto y más conocida como el "Lamento de Dido", conmueve profundamente por su dolor desgarrador.

Purcell: Dido y Eneas ("Lamento de Dido")

Vivaldi
Del pelirrojo sacerdote veneciano -apodado precisamente "Il prete rosso"- Antonio Vivaldi (1678-1741) se dice que el compositor y director de orquesta Igor Stravinski comentó que no compuso realmente cuatrocientos conciertos, sino que compuso cuatrocientas veces el mismo concierto. Es una opinión ciertamente discutible, pero, en cualquier caso, no hay individuo que no se sienta deleitado al escuchar cualquiera de sus famosísimos cuatro conciertos para violín y orquesta, conocidos popularmente como "Las cuatro estaciones", deliciosa composición que evoca las sensaciones de cada una de las estaciones del año.

Además de su obra más popular, también debemos mencionar su colección de 12 conciertos para diversos instrumentos de cuerda conocida como L'estro armónico. Pero su música sacra es también de calidad, y aquí nos gustaría destacar su Magnificat, RV 611 y su Gloria, RV 589 (Ryom Verzeichnis o "Catálogo Ryom", es el código del musicólogo danés Peter Ryom para el catálogo de obras de Vivaldi).

Vivaldi: Gloria, RV 589 (I. Gloria in excelsis Deo)

Otras obras interesantes que tenemos que mencionar de este periodo son el Concierto para trompeta en re menor de Georg Philip Telemann, el Canon y Giga en re mayor para tres violines y bajo continuo de Johann Pachelbel, y el Te Deum de Marc Antoine Charpentier, cuyo Preludio ha servido como sintonía de Eurovisión durante años. Podríamos incluir aquí también por su estilo el popular Adagio en sol menor, atribuido erróneamente a Tomaso Albinoni (hoy en día sabemos que la obra fue realmente compuesta por Remo Giazotto, un musicólogo del siglo XX).

Pachelbel: Canon en re mayor


El Clasicismo

Desde mediados del siglo XVIII hasta las primeras décadas del XIX, y paralelamente al desarrollo del estilo neoclásico en artes como la Arquitectura, la Escultura o la Pintura, se consolidan las formas musicales del periodo anterior, con particular desarrollo de la sonata, el concierto y la sinfonía, se amplía la orquesta de forma significativa, el piano sustituye al clave como instrumento solista o de acompañamiento, se rechazan los artificios barrocos en pos de unas estructuras más simples y estandarizadas, se amplía el rango de tonalidades y modulaciones, y los distintos instrumentos van adquiriendo más equilibrio en la composición alejándose del protagonismo anterior de unos pocos instrumentos. Representa, por tanto, el clasicismo una cierta reacción contra los excesos del Barroco. Frente a una música más florida, improvisada y emocional, el estilo clásico abogará por el equilibrio, la contención y la mesura, ahondando en la belleza de una serena elegancia.

Haydn
Dos gigantes deslumbran en la escena musical por encima de todos los demás compositores en este periodo, y ambos son de origen austríaco. En primer lugar, cronológicamente hablando, tenemos al compositor vienés Franz Joseph Haydn (1732-1809), considerado el "padre de la sinfonía", género en el que fue enormemente prolífico hasta componer nada menos que ¡104 sinfonías! Dentro de este numerosísimo repertorio sinfónico, las obras más interesantes son:
  • Sinfonía nº 45 en fa sostenido menor, "Los Adioses", en cuyo simpático final los intérpretes van dejando sucesivamente de tocar uno por uno, y abandonando su lugar en la orquesta, hasta quedar sólo tocando los últimos dos violines con sordina.
  • Sinfonía nº 48 en do mayor, "María Teresa".
  • Sinfonía nº 49 en fa menor, "La Pasión".

  • Haydn: Sinfonía nº 49 en fa menor, "La Pasión" (I. Adagio)

  • Las denominadas "Sinfonías de París": de la nº 82, "El Oso", a la nº 87.
  • Sinfonía nº 88 en sol mayor.
  • Sinfonía nº 92 en sol mayor, "Oxford".
  • Las denominadas "Sinfonías londinenses": de la nº 93 a la nº 104, compuestas con motivo de las visitas de Haydn a la capital británica. De ellas, destacaríamos especialmente la nº 94, "Sorpresa", la nº 101, "El Reloj", la nº 103, "Redoble de Tambor", y la nº 104, "Londres".

    Haydn: Sinfonía nº 104 re mayor, "Londres" (IV. Finale. Spiritoso)

Además del género instrumental en forma de sonatas, cuartetos, conciertos y sinfonías, Haydn cultivó también el género de la música sacra, donde nos gustaría mencionar dos obras: la Misa Nelson, Hob. XXII/11 (Hoboken es el nombre del autor del catálogo de obras de Haydn) y el oratorio La Creación, Hob. XXI:2, basada en los textos del Génesis bíblico, y en el que se nota enormemente la influencia de la obra de Haendel.

Mozart
El otro gigante del periodo es evidentemente el genio nacido en Salzburgo: Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). Tan prolífico como Bach, pues compuso más de 600 obras a pesar de su prematura muerte con sólo 35 años, y de una precocidad inaudita (¡con cinco años compuso su primera obra, con ocho su primera sinfonía, con diez su primera ópera!).

La producción mozartiana comprende, entre otras obras, 41 sinfonías, 27 conciertos para piano, 5 conciertos para violín, 23 cuartetos de cuerda, 22 óperas..., no todas de igual calidad, por supuesto, debido a su precoz comienzo como compositor, pero a medida que alcanzó su madurez compositiva fue capaz de crear obras cada vez más equilibradas, de gran variedad cromática, e incluso como vemos en obras tardías como su Réquiem, de una profundidad asombrosa.

La obra mozartiana fue catalogada por Ludwig von Köchel en el siglo XIX, codificándose con las siglas KV. Como en el caso de Bach, ardua es la tarea de destacar obras dentro de un repertorio mozartiano donde hay tanta cantidad y calidad, pero empezando por el género de sinfonías y conciertos, debemos mencionar como obras maestras las siguientes:
  • Sinfonía nº 25 en sol menor, KV 183.
  • Sinfonía nº 29 en la mayor, KV 201.

  • Mozart: Sinfonía nº 29 en la mayor, KV 201 (I. Allegro moderato)

  • Sinfonía nº 31 en re mayor, KV 297.
  • Sinfonía nº 35 en re mayor, "Haffner", KV 385.
  • Sinfonía nº 36 en do mayor, "Linz", KV 425.
  • Sinfonía nº 38 en re mayor, "Praga", KV 504.
  • Sinfonía nº 39 en mi mayor, KV 543.
  • Sinfonía nº 40 en sol menor, KV 550.
  • Sinfonía nº 41 en do mayor, "Júpiter", KV 551.

  • Mozart: Sinfonía nº 41 en do mayor, KV 551, "Júpiter" (IV. Molto allegro)

  • Concierto para violín y orquesta nº 5 en la mayor, KV 219.
  • Conciertos para piano y orquesta nº 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26 y 27. El "Andante" del nº 21 es una de esas joyas imprescindibles cuya emoción no puede traducirse en palabras.

  • Mozart: Concierto para piano nº 21 en do mayor, KV 467 (II. Andante)

  • Concierto para oboe y orquesta en do mayor, KV 314.
  • Concierto para clarinete y orquesta en do mayor, KV 622. Su Adagio llega nuevamente a lo más profundo del alma.
  • Serenata nº 13 para cuerdas, KV 525, más conocida como Eine Kleine Nachtmusik ("Pequeña música nocturna").

  • Mozart: "Eine Kleine Nachtmusik", KV 525 (I. Allegro)

  • Sinfonía concertante en mi bemol mayor, KV 364.
En cuanto a las obras de música sacra, Mozart nos legó también varias maravillas para la posteridad:
  • El breve motete Exsultate, jubilate, KV 183.

  • Mozart: Exsultate, jubilate, KV 183 (Aria. Allegro)

  • Misa de la Coronación en do mayor, KV 317.
  • Vísperas solemnes de confesor en do mayor, KV 339, 
  • Y, por supuesto, la misa de difuntos más célebre de todos los tiempos, su excepcional Misa de Réquiem en re menor, KV 626 (la última obra que compuso).
Su repertorio operístico es igualmente extenso y culminado en cuatro obras maestras de su periodo de plena madurez (1786-1791):
  • Las Bodas de Fígaro, KV 492, ópera bufa (cómica) con libreto en italiano de Lorenzo Da Ponte.

  • Mozart: Las Bodas de Fígaro, KV 492 (Obertura)

  • Don Giovanni, KV 527, drama jocoso con libreto también de Da Ponte.
  • Cosi fan tutte ("Así hacen todas"), KV 588, drama jocoso con libreto de Da Ponte.
  • La flauta mágica, KV 620, "singspiel" (tipo de ópera popular cantada en alemán), con libreto en alemán de Emanuel Schikaneder. Probablemente la más genial de todas.

  • Mozart: La flauta mágica, KV 620 (Acto II. Dúo de Papageno y Papagena)

Concluimos aquí este primer capítulo dedicado a los compositores y obras que consideramos más interesantes de los periodos Barroco y Clásico. El próximo se dedicará por entero al Romanticismo, incluyendo en éste a un compositor que sirve de nexo de unión entre lo clásico y lo romántico, como es Ludwig van Beethoven, auténtico punto de inflexión en la Historia de la música.

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